Lo que pongo en duda de este artículo es esa frase, contruída con los materiales que occidente considera políticamente correcto. La misma frase que está en la base de la satanización que los medios dominantes ejecutan siempre (y ahora otra vez como en el caso de Irán y Siria) como fase previa al emprendimiento de acciones armandas contra los estados que no aceptan ser súbditos de los intereses de la OTAN y EU. Dice la famosa muletilla que utiliza el articulista: "No santifico a Gaddafi -a las alturas del 2011 ya no era santo de la devoción de nadie- ni niego enfrentamientos que, ciertamente, tuvieron lugar entre una oposición devota a Occidente y partidarios del líder de la Revolución verde".
Yo tampoco santifico a Gaddafi, cuyo mayor error, creo yo, fue haber confiado todo el capital de su país a los estados occidentales, que terminaron secuestrándoselo. Lo atacaron después de desarmarlo. Los grandes ganadores, en las concesiones son Inglaterra y Francia ¿Devolveran este dinero secuestrado no a Gadaffi sino al estado de Libia, o se lo quedaran los bancos occidentales? (el secuestro del dinero del estado de Libia fue tomado por los bancos occidentales, en los que Gaddafi confió inocentemente. Ese dinero robado a un estado soberano ha sido ahora una inyección de dinero extra para el capital especulativo, ya se sabe, para las corporaciones, vamos)
Sobre los partidarios de la Revolución Verde, que se pudieron ver de a millones en Trípoli y otras ciudades en medio del asedio y bombardeo genocida de la OTAN, ¿quien puede decir ahora donde están,y en qué estado esos millones de ciudadanos libios que apoyaban la continuidad de su gobierno y se oponian a la invasión de su pais por fuerzas extranjeras que contaron el el apoyo de ejércitos de mercenarios del libremercado o de los fundamentalistas islamicos? ¿Quien hace el seguimiento de las consecuencias físicas y morales que ha tenido para los millones que todos pudimos ver hace solo unos meses cuando se manifestaban contra los ataques de la OTAN y en apoyo a su gobierno?
Los están masacrando, torturando, aniquilando física, sicológica, moral y económicamente, seguro.
Por eso caer en la frase hecha de Gadaffi no es santo de mi devoción fue una de las muletillas más utilizadas para debilitar la oposición a la guerra contra Libia, ya se sabe, porque Gaddafi de pronto no fue más aceptable, se dividió a la izquierda con este san benito, totalmente manipulado, desproporcional, interesado. Los medios expandieron su mensaje, aislaron al movimiento contra la guerra en Libia, y ... mandaron los bombardeos, con una leve señal ambigüa de un consejo de seguridad de la ONU engañado por una manipulación fraudulenta.
¿Será que nos creen irremediablemente tontos?
11 Enero 2012 3 Comentarios
En pocas semanas, se cumplirá un año de que estallaran las primeras protestas en Benghazi, Libia, por donde se desató la aparatosa operación de propaganda que pretendió convencernos -incluso a la izquierda- de que las “masacres” del “dictador Gaddafi” contra su pueblo ameritaban una intervención militar en ese país.
Bastaron 24 horas -entre el 15 y el 16 de febrero de 2011- para que las principales agencias de prensa del mundo hicieran navegar, a mares, “fuentes no confirmadas”, “noticias por verificar”, “indicios provenientes de Trípoli”, que, en realidad, se construyeron más probablemente en laboratorios mediáticos de Londres, París o Washington.
No santifico a Gaddafi -a las alturas del 2011 ya no era santo de la devoción de nadie- ni niego enfrentamientos que, ciertamente, tuvieron lugar entre una oposición devota a Occidente y partidarios del líder de la Revolución verde. Pero de ahí a justificar una invasión invocando supuestas masacres que nunca ocurrieron, va un trecho tan largo como el que divide la honestidad del cinismo.
Lo digo porque, todavía a estas alturas, el gobierno de transición libio no ha podido probar las masacres que tanto invocó. Se sabe de fotos satelitales rusas que desmintieron los presuntos ataques aéreos de Gaddafi contra civiles. Y hasta de funcionarios de la Unión Europea enviados a Libia que, en el terreno, encontraron un “ambiente tranquilo”, “sin amenazas”, con “niños jugando en las calles”.
Pero lo que sí ha quedado más que probado es el asesinato de miles de civiles luego de que comenzaran los bombardeos de la OTAN. Que un periódico como el New York Times, propagandista privilegiado de las operaciones militares de Washington, tuviera que reconocerlo, confirma que el hecho es demasiado escandaloso. En un artículo publicado el mes pasado, el Times aseguraba:
“En estudios sobre el terreno realizados - incluyendo entrevistas con sobrevivientes, doctores y testigos, y una colección de municiones remanentes, reportes médicos, certificados de defunción y fotografías- encontramos evidencias creíbles de docenas de civiles muertos por los ataques de la OTAN. Las víctimas, incluyendo 29 mujeres y niños, frecuentemente estaban dormidas cuando ocurrieron los ataques”.
Pero, como regla, de los civiles libios ya nadie parece acordarse. Los barrieron de las noticias de los grandes medios y pasaron a formar parte de una Historia construida sobre la base de la desmemoria y el olvido. Lo peor es que civiles sirios e iraníes corren el mismo riesgo frente a posibles confrontaciones que, ahora mismo, le ocupan la mayor parte del tiempo a las “agendas secretas” del Pentágono.
En nombre de un informe plagado de manipulaciones en torno al programa nuclear iraní -elaborado, por cierto, por una agencia probadamente al servicio de los Estados Unidos, e invocando la supuesta incapacidad de Bashar Al Assad para frenar la crisis de su país (lo que incluye, en la cobertura de algunos medios, manifestaciones a favor del gobierno presentadas como de la oposición) se prepara el camino para nuevas guerras de consecuencias impredecibles. Inventan los pretextos, nos los repiten, y martillan nuestras cabezas hasta la saciedad con la esperanza de convencernos. ¿Será que nos creen irremediablemente tontos?
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