martes, 2 de agosto de 2011

Raúl Castro: estas son las vísceras que muestran el objetivo humanitario de un proyecto alternativo al capitalismo

Por Marcos Ávila
Un discurso como este que transcribiré, es impensable en las economías capitalistas. En su lugar, como está ocurriendo frente a nuestros ojos todos los días, lo único que ofrecen es ocultar y dejar impunes los crímenes del gran funcionariado empresarial y gubernamental, al mismo tiempo que adelantan una huída hacia el abismo, encarando guerras colonialistas, con el espíritu de rapiña que los constituyen en conjunto, como fondos buitres que son.
El respeto y la confianza por la voluntad popular es una muestra un rara en estos días, entre los gobernantes. En España, sin ir más lejos, el recien bajado al llano ex ministro del interior Rubalcaba, que desciende un escalón para intentar desde ahi trepar nuevamente en un futuro cercano con el envión de las elecciones bipartidistas, ha dicho ahora todo lo que se ha callado mientras era el vicepresidente y ministro del interior: que han actuado muy lentamente contra la burbuja inmobiliaria y otros excesos.  Pero su flaco huesito no puede pinchar esa burbuja sin tocar lo que más ama y respeta: los grandes capitales empresariales y bancarios que constituyen la razón de ser de su política, y de las mentiras piadosas que ahora cacarea desde "el llano". Llano más bien teórico, porque estos políticos, aunque lleguen embozados en un cochecito rojo, muy clase media, son tiburones de aguas profundas, o navegan solos, a más de 10 mil metros de altura de lo que puede pensar y sentir su pueblo.
En cambio Cuba, en medio del bloqueo generalizado a un país en desarrollo, dificultados por todas clase de ataques públicos y encubiertos de parte del imperio y sus socios de la EU, es vista de forma patente y creciente como la evidencia palpable de que existe una alternativa humanitaria a las sociedades de EEUU y Europa, crecientemente encerradas en callejones sin salida. La posibilidad de real de ejercer una forma de asociacion alternativa por sus objetivos y presupuestos sociales a la que imponen en el capitalismo los dueños de la economía, la ponen en práctica nuevamente los cubanos en muchos índices y evidencias de comportamientos cooperativos en su sociedad, y es palpable, en su sencillez y honestidad en este discurso de su presidente. Una sensatez y un activismo humanitario que prometen grandes avances, y acompañamiento popular, en esta renovación, fortalecimiento y voluntad de persistencia de su proyecto socialista. Esta es la alternativa social que EEUU y la UE más temen, porque entre sus masas crecientes de indignados podría aparecer como un modelo deseable, con todas sus limitaciones y logros, a pesar de ser satanizado casi diariamente por los medios opulentos, de paises donde solo son opulentos los ricos . La cara pública de que otra sociedad, en su gran mayoria, pueda apoyar un proyecto alternativo al capitalismo, y que tenga éxito en la construcción de su tejido social.
Esto es un extracto amplio de un discurso de ayer de Raul Castro, publicado en Cubadebate:
(...)
Ahora me referiré a un doloroso incidente causado por errores en la aplicación de la política de cuadros y en la relación hacia la religión que motivaron la sustitución injusta de una compañera del cargo que desempeñaba con buenos resultados. Al abordar esta cuestión públicamente persigo el objetivo de reparar esa injusticia y de paso presentarles un ejemplo elocuente del daño que ocasionan a las personas y a la propia Revolución conceptos obsoletos, por demás contrarios a la legalidad, todavía enraizados en la mentalidad de no pocos dirigentes en todos los niveles.
La citada compañera, de quien me reservo la identidad, el centro de trabajo e incluso la provincia, no en aras del secretismo inútil, sino del respeto a su privacidad, es de origen humilde, casada y madre de dos hijos, los dos y ella misma militantes del Partido, al igual que su esposo ya jubilado; con una destacada trayectoria laboral, y fue víctima de la mentalidad imperante, en distintos niveles del Partido y el Estado, por profesar creencias religiosas y acudir algunos domingos al culto en la iglesia de su localidad.
Se consideró deshonesto que ella, como militante del Partido y cuadro administrativo, no hubiese informado de su religiosidad, algo que por otra parte no estaba obligada a hacer y que constituye una flagrante violación de los derechos ciudadanos refrendados en la Constitución de la República, cuyo artículo 43 sobre este tema expresa:
“El Estado consagra el derecho conquistado por la Revolución de que los ciudadanos, sin distinción de raza, color de la piel, sexo, creencias religiosas, origen nacional y cualquier otra lesiva a la dignidad humana:
- Tienen acceso, según méritos y capacidades, a todos los cargos y empleos del Estado, de la Administración Pública y de la producción y prestación de servicios…” (fin de la cita).
Entonces se enmascaró la decisión de sacarla del cargo con la aplicación de la medida “liberación por renovación”, esgrimiendo el pretexto de que aunque tenía magníficos resultados no se vislumbraban posibilidades de promoción ulterior y por tanto debía ceder su puesto a otro compañero. Para complicar más la situación, dieron indicaciones de no tocar el tema religioso en su centro laboral ni en el núcleo del Partido al valorar su sustitución.
Todo esto sucedió en febrero del presente año, ella comenzó a trabajar en otra entidad, perdiendo el 40 por ciento de su ingreso salarial, siguió militando en el Partido y se resignó en silencio al dolor de la injusticia cometida, hasta que posterior a conocer el Informe Central al Sexto Congreso, un día después de comenzar este, decidió el 17 de abril remitir una queja al Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, tras lo cual se realizó un proceso investigativo que corroboró todos sus planteamientos.
Por supuesto que la compañera, si así lo desea, debe ser repuesta en su anterior cargo, como acordó proponer a la instancia del gobierno correspondiente el Segundo Pleno del Comité Central el pasado sábado 30 de julio, y al margen de su decisión, absolutamente personal, sirvan estas palabras como un acto de reivindicación moral.
Ahora bien, de qué nos sirve esta amarga experiencia y el daño ocasionado a una familia cubana por actitudes basadas en una mentalidad arcaica, alimentada por la simulación y el oportunismo. Más de una vez he expresado que nuestro peor enemigo no es el imperialismo ni mucho menos sus asalariados en suelo patrio, sino nuestros propios errores y que éstos, si son analizados con profundidad y honestidad, se transformarán en lecciones para no volver a incurrir en ellos. En consecuencia, hay que revisar toda esta visión estrecha y excluyente, de manera definitiva, y ajustarla a la realidad que emana de los acuerdos del Cuarto Congreso en 1991 que modificaron la interpretación de los estatutos que limitaba el ingreso a la organización de los revolucionarios creyentes y ahora los del Sexto Congreso del Partido.
Hace muchos años que nuestra Revolución superó el escenario de confrontación con algunas de las instituciones religiosas, etapa en la que por ambas partes se cometieron excesos de mayor o menor envergadura. No ignoramos tampoco las aspiraciones del enemigo de fomentar el enfrentamiento y el recelo entre los creyentes y el proceso revolucionario, cálculos que han resultado equivocados porque desde los primeros momentos la inmensa mayoría de los cubanos humildes con creencias religiosas apoyaron a la Revolución.
A quien albergue dudas sobre ello, le recomendamos dar una lectura al Plan Bush (hijo) para la transición en Cuba, el cual que sepamos no ha sido derogado, y el papel que se pretende adjudicar a todas las organizaciones religiosas en su estrategia subversiva contra nuestro país y que, a pesar del fracaso cosechado, sabemos que no han cejado en sus intentos.
Sobre el particular bastante se ha dicho por el propio Fidel desde hace decenas de años y más recientemente en el Informe Central al Congreso del Partido, en el que se hizo un llamamiento -cito-: “Continuar eliminando cualquier prejuicio que impida hermanar en la virtud y en la defensa de nuestra Revolución a todas y a todos los cubanos, creyentes o no…” (fin de la cita).
Por ello no considero necesario abundar al respecto y sólo destacar que actitudes como las aquí criticadas atentan contra nuestra principal arma para afianzar la independencia y la soberanía nacional, o sea, la Unidad de la Nación.
Ese hecho pone de manifiesto, una vez más, que el mayor obstáculo que enfrentamos en el cumplimiento de los acuerdos del Sexto Congreso es la barrera sicológica formada por la inercia, el inmovilismo, la simulación o doble moral, la indiferencia e insensibilidad y que estamos obligados a rebasar con constancia y firmeza, en primer lugar, los dirigentes del Partido, el Estado y el Gobierno en las diferentes instancias nacionales, provinciales y de los municipios.
Seremos pacientes y a la vez perseverantes ante las resistencias al cambio, sean estas concientes o inconscientes. Advierto que toda resistencia burocrática al estricto cumplimiento de los acuerdos del Congreso, respaldados masivamente por el pueblo, será inútil.
Nunca he sido partidario del apresuramiento ni de los cambios bruscos, prefiero mil veces razonar, convencer, educar y sumar que sancionar, pero ante las violaciones de la Constitución y de la legalidad establecida no queda otra alternativa que recurrir a la Fiscalía y los Tribunales, como ya empezamos a hacer, para exigir responsabilidad a los infractores, sean quienes sean, porque todos los cubanos, sin excepción, somos iguales ante la ley.
Sin cambiar la mentalidad no seremos capaces de acometer los cambios necesarios para garantizar la sostenibilidad, o lo que es lo mismo, la irrevocabilidad del carácter socialista y del sistema político y social consagrados en la Constitución de la República.
Limpiémonos la cabeza de tonterías de todo tipo, no olviden que ya concluyó la primera década del siglo XXI, y es hora.
(...)

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