(Este artículo se publicó el pasado 15 de enero. Por su interés, lo volvemos a reproducir)
De Público
Uno de los indicadores de la escasa calidad de la democracia española
es la limitadísima diversidad ideológica en los medios de mayor
difusión en España. El sesgo conservador de tales medios –incluso de
aquellos que se consideran de centro o centroizquierda- es muy acentuado
en España. Ni que decir tiene que tal sesgo es también característico
de gran número de países llamados democráticos. Pero el caso de España
es extremo. Un ejemplo de ello es la cobertura de la política venezolana
por los cinco rotativos de mayor difusión en el país.
En EEUU, por ejemplo, donde el dominio conservador de los medios es
también muy acentuado, la cobertura de la presidencia Chávez ha sido
desequilibrada, dando gran prominencia a las voces críticas a tal
gobierno. Pero voces menos críticas, e incluso favorables a tal
gobierno, han aparecido en esos mismos medios. Tal como señala Mark
Weisbrot (en su reciente artículo en
The Guardian) en EEUU
Los Angeles Times, el
Boston Globe, el
Miami Herald, e incluso el conservador
The Washington Post,
han publicado también artículos favorables al gobierno Chávez, aunque
la gran mayoría han sido críticos. Y en el último fin de semana,
The New York Times, en su sección
Summary of the Week,
publicó la visión conservadora neoliberal, representada por Moises
Naím, junto a la del propio Mark Weisbrot, Director del Center for
Economic and Policy Research, de Washington, que rebatió los datos
presentados por Naím, presentando una realidad menos catastrofista que
la descrita por tal autor.
Pues bien, les invito a que cuenten las veces que han aparecido
artículos críticos de la presidencia Chávez en medios mayoritarios
españoles y lo comparen con el número de artículos favorables. Y verán
que no ha aparecido ni uno. Incluso
El País, el rotativo que se
considera liberal (y que por mera coherencia ideológica debería estar
abierto a posturas divergentes, incluso críticas de sus editoriales), ha
publicado las virulentas críticas al gobierno Chávez del Sr. Moisés
Naím (entre muchos otros artículos como los del hiperbólico Mario Vargas
Llosa), sin nunca, repito, nunca, publicar un artículo favorable a tal
gobierno.
Y ahí está uno de los puntos más vulnerables y defectuosos de la
llamada democracia española: el monopolio mediático de los intereses
conservadores en el sistema informativo español. Y este monopolio supone
un coste elevadísimo para la democracia española. No sólo impide que la
población esté bien informada, ofreciéndole un amplio abanico de
posturas en sus medios, sino que reduce la calidad del debate político,
pues las voces conservadoras-neoliberales, conocedoras de la ausencia de
crítica a sus posturas, y dueñas, por lo tanto, de una inmunidad
intelectual, dicen y sostienen argumentos basados en datos que son
fácilmente demostrables que son falsos.
Veamos, por ejemplo, la crítica de Moisés Naím, que fue, por cierto,
uno de los arquitectos de las políticas de austeridad en el gobierno de
Carlos Andrés Pérez durante el periodo 1989-1990, siendo ministro de
Industria cuando en 1989 ocurrió el Caracazo donde el gobierno disparó
contra civiles que protestaban las políticas de austeridad, asesinando a
más de 3000 venezolanos. Tal autor, que en su columna en
El País
se presenta paradójicamente como el gran defensor de los Derechos
Humanos, ha sido una voz supercrítica del gobierno Chávez, promoviendo
las políticas del Departamento de Estado de EEUU, lo cual explica su
gran visibilidad mediática en los medios internacionales sujetos a la
hegemonía del gobierno federal de Estados Unidos.
En sus últimos escritos, Moisés Naím, ha estado promoviendo el punto
de vista, también transmitido por el gobierno federal de Estados Unidos,
de que el gobierno Chávez ha llevado a Venezuela al desastre, creando
un déficit público que, según él, representa el 20% del PIB;
estableciendo un sector público hipertrofiado que ha ahogado a la
economía venezolana; ha generado una deuda pública que es diez veces
superior a la que existía en 2003; ha creado un sistema bancario que
está colapsándose; y una industria petrolífera nacionalizada (que es la
mayor fuente de ingresos al Estado) que está en claro declive, y un
largo listado de “calamidades”. Como que en España no hay ninguna
posibilidad de que los medios de mayor difusión publiquen análisis
críticos de tales aseveraciones, resulta que la población queda
pésimamente informada y se cree que Venezuela está en una situación de
crisis y colapso.
Si se hubieran publicado en España, por ejemplo, las respuestas de Mark Weisbrot, publicadas en el
The New York Times y en el
The Guardian,
se podría haber visto el grado de exageración, hipertrofia y falsedades
que contenían los datos presentados por Moisés Naím, entre otros. Mark
Weisbrot es uno de los economistas más creíbles en temas económicos
internacionales en EEUU. Veamos los datos. El déficit público de
Venezuela representa, según el Fondo Monetario Internacional, no el 20%
del PIB, sino el 7,4%. En cuanto a la supuesta hipertrofia de la deuda
pública en Venezuela, ésta representa el 51,3% del PIB, un porcentaje
que es menor que el promedio de deuda pública de la Unión Europea (82,5%
del PIB), y menor del objetivo al cual aspira la UE (el 60% del PIB).
En cuanto al colapso de la industria petrolera, la cota de producción de
petróleo es la que los países productores de petróleo, la OPEC, han
acordado. Y su disminución en las exportaciones de petróleo a EEUU
responde a una decisión política del gobierno Chávez que intenta
diversificar sus exportaciones y no centrarlas en un número reducido de
países. Tal reducción en las exportaciones a EUU no tiene nada que ver
con ningún colapso, que es inexistente, de la industria petrolera
venezolana. Semejante manipulación y falsedad aparece también cuando
Moisés Naím habla de la hipertrofia del sector público. En realidad, y
tal como muestra Mark Weisbrot (del cual extraigo esta información), el
porcentaje de empleo público en Venezuela es aproximadamente un 18,4% de
la población empleada, que es inferior al existente en Francia,
Finlandia, Dinamarca, Suecia y Noruega.
Mark Weisbrot señala también algunos de los puntos flacos de la
economía venezolana, como es la elevada inflación, un problema
generalizado en América Latina. Ahora bien, incluso en esta situación
problemática, el gobierno Chávez ha podido reducir tal inflación del
28,2% al 18%, reducción que ha conseguido a pesar de un gran aumento del
gasto público y muy en especial del gasto público social. Durante los
últimos diez años, el gobierno ha aumentado tal gasto un 60%,
expandiendo considerablemente su muy insuficiente Estado el Bienestar
venezolano, causa de su gran popularidad entre las clases populares.
Como bien han documentado los investigadores sociales de gran
credibilidad internacional, los profesores Carles Muntaner (de la
Universidad de Toronto), Joan Benach y María Páez Victor (de la
Universidad Pompeu Fabra), la pobreza ha pasado a ser de un 71% de la
población en 1996 a un 21% en 2010, siendo especialmente acentuada la
reducción en la pobreza extrema, que pasó de ser un 40% en 1996 a un
7,3% en 2010 (ver el artículo “Los logros de Hugo Chávez y la Revolución
bolivariana”, de Carles Muntaner, Joan Benach y María Páez Victor).
Es, por lo tanto, lógico y predecible que Hugo Chávez y el partido
que lidera, en unas elecciones democráticas (en las que, por cierto, la
gran mayoría de medios de mayor difusión venezolana, controlados por
grupos mediáticos de sensibilidad conservadora y neoliberal, estaban en
contra), haya ganado 13 de las 14 elecciones nacionales. Todos estos
datos no aparecen en los medios de mayor difusión en España, donde
maliciosamente se ha demonizado a aquel gobierno. Las causas de esta
demonización son fáciles de entender. En primer lugar, Venezuela es hoy
en país del mundo con mayores reservas petrolíferas. Los gobiernos
estadounidense y europeos que apoyan a regímenes feudales en el medio
oriente a fin de asegurarse la provisión de tal recurso, ahora se oponen
a muerte a un gobierno que quiere servir a las necesidades de sus
clases populares, y que no acepta ser, como lo son los regímenes
feudales, mero servidor de aquellos intereses estadounidenses y
europeos.
La segunda causa es que
América Latina ha estado gobernada durante largos periodos por gobiernos
neoliberales como al que sirvió Moisés Naím, que expandieron la pobreza
de sus poblaciones de una manera muy notable. Ello creó una respuesta
de protesta que conllevó el establecimiento, por medios democráticos, de
gobiernos reformistas de izquierda, no sólo en Venezuela, sino también
en Ecuador, Bolivia, Argentina y Uruguay, entre otros (que aparecen como
las bestias negras), y que elección tras elección continúan siendo
reelegidos. De ahí la gran adversidad, pues parte de su vocación
reformadora se basa en romper los monopolios mediáticos que han
controlado la información en aquel continente. Pero de esto el lector
español ni se entera. Y a esto le llaman democracia.