miércoles, 28 de marzo de 2012

Obama, el bebé de la Clinton

¿Alguien recuerda cuando durante la última campaña electoral la Clinton reprochaba a Obama por su falta de una buena experiencia (invasora y bombardeadora) como la que ella misma en cambio si mamó de su marido? Pues es acá que unos poquitos años después, la cría siguió las huellas de su hambrienta madrastra, y ahora el cachorro glamoroso solo puede exhibir una experiencia rapaz y sus caninos amenazadores aunque gruñen casi cada día solo debe ser por su propia traición a si mismo, o por lo menos a todos lo que le creyeron que el quería cambiar algo,  o tal vez solo gruña por el miedo a la gente que lo presiona, desde Israel o desde su propia vecindad, porque nunca toca a los poderosos, a los especuladores, a los intereses guerreros. Gruñe en su casa contra los que le dieron de comer y hacia afuera cuando gruñe muestra sus molares careados y su sonrisa decrépita. Su máscara preparada para la traición final. La guerra que impulsa domesticado por los intereses del complejo económico militar industrial.
Dice La Jornada de hoy, mucho más diplomáticamente, pero tajante:
"El político demócrata se revela, pues, incapaz de entender que la proliferación nuclear en países de lo que antiguamente se denominaba la periferia es un fenómeno impulsado por el propio belicismo de Estados Unidos y que es conteniendo este belicismo, y no exponenciándolo, como podría inducirse un proceso de desarme internacional o, cuando menos, de freno a los programas de desarrollo atómico de naciones que se sienten, y con razón, amenazadas por el poderío bélico estadunidense.
A tres años y medio de su llegada a la Casa Blanca, en suma, Barack Obama ha perdido el halo de esperanza que lo acompañó como candidato, ha asumido el papel de un presidente estadunidense más y hoy se presenta ante los electores como una suma de ambigüedades, sin otra intención visible que obtener el mayor número posible de sufragios. En lo externo, el primer mandatario afroestadounidense de la historia ha sido derivado a las posturas tradicionales de arrogancia imperial y falta de comprensión de la escena internacional; en lo interno, y a pesar de sus pretensiones originarias de reformador social, Obama se ha convertido en un administrador más del maltrecho modelo neoliberal, ha sido incapaz de meter en cintura a los intereses especulativos que causaron el descalabro económico de 2008-2009 y se ha distraído de los que se suponían sus propósitos centrales: centrar las prioridades económicas oficiales en el grueso de la población, no en los capitales financieros, y propiciar la apertura a la ciudadanía de la institucionalidad política de Washington.
En estas circunstancias, si Obama logra relegirse no será en virtud de una propuesta política coherente y atractiva, sino por la abrumadora falta de estatura política y el conservadurismo impresentable de quienes se disputan la candidatura presidencial en el Partido Republicano. De modo que si el hawaiano consigue el sufragio mayoritario para un segundo mandato, esta vez no lo logrará por la vía de la apoteosis, como en 2008, sino del anticlímax".

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