lunes, 14 de marzo de 2011

Puesta en cámara y euforía sobreactuada para la intervención en Libia

Tenía en proceso ( a media edición) una serie sobre Paralelismos en Libia pero me paré en seco cuando vi, (¡y fué en Telesur por primera vez!), grandes manifestaciones populares anti gubernamentales en Bengazi. Me proponía hasta ese momento analizar en la siguiente entrega lo que para mi mostraba toda esa profusión de fotografías publicadas por los medios occidentales sobre la rebelión en Libia. En todo ese despliegue multicolor de imágenes veía hasta ese momento, repetidamente, hasta el cansancio esto: grupos de hombres jóvenes en medio de un desierto que exhiben cada uno frente a las cámaras cargas desproporcionadas de ametralladoras, obuses y municiones que se pueden anticipar por lo tanto estériles para una previsible lucha real. Grandes, desproporcionadas cantidades de armas que ninguno de los medios se pregunta de dónde salieron y cómo aparecieron alli.
Era evidente en esos casos una puesta en cámara y una euforía sobreactuada con disparos de cañones hacia horizontes vacíos, o de descargas de ametralladoras contra el aire lo que sin embargo no fue para nada necesario en las anteriores "rebeliones en el Mundo Árabe", como en los casos de Egipto y Túnez.
Y de repente, como dije,  en un reportaje de un enviado de Telesur vi una verdadera multitud detrás del reportero en una manifestación anti Gaddafi. Ese reportaje cortó de golpe mi argumentación previa y me evidenció que en Libia, contra todo lo mostrado hasta entonces por los medios occidentales, junto a las omnipresentes imágenes de pequeños grupos vociferando y guapeando con sus ristras de armas, también había una movilización popular masiva, en este caso contra Gaddafi.
Y ahora es Telesur, que fue donde vi por primera vez imágenes de una manifestación tan grande  contra Gaddafi,  el blanco de varios artículos centrados en críticas a ese medio informativo venezolano por cubrir, dicen, de forma sesgada y pro Gaddafi la guerra civil en ciernes que se montó en Libia.
Vuelven a ser evidentes, como sucedió anteriormente en el caso de Wikileaks, una amplia gama de opiniones, algunas de las cuales llegan incluso a sugerir la validez ética e incluso la obligación, desde la izquierda, de una intervención extranjera contra la tiranía en Libia.
Así como se pusieron en un primer momento bajo extrema sospecha a las filtraciones de Wikileaks, cuando sin embargo todo decía que estaba revelando secretos más que incómodos e irreversibles para el Imperio ahora, en el caso de Libia, ha salido a la luz un torbellino de artículos y manifiestos que buscan acallar a los que se oponen fuertemente a una invasión extranjera a Libia.  El rechazo a una intervención de la OTAN tan presta a democratizar, solo cuando se trata de este dictador en particular,  o de el eufemismo disparador de una invasión a la que se llama zona de exclusión aérea para Libia (zona de exclusividad para que los bombarderos de la OTAN puedan arrojar toda su carga libremente y luego ocupar el país) es una de las acciones básicas, instintivas y racionales en defensa de derechos del pueblo libio, de sus posibilidades de proyección y emancipación.
Ninguna democratización surgirá como resultado de una futura e inminente nueva colonia. No existe posibilidad de concebir una auténtica rebelión popular liberadora que acoja paralelamente al turbio camino de la intervención "democratizadora" extranjera encabezada por la OTAN. Como ya lo han analizado repetidamente muchos comentaristas, el imperialismo busca con esta intervención asegurarse un mejor control del norte de África y el petróleo de ese país. Mucho más extraña es esta invasión "democratizadora" si se tiene en cuenta que la facción interna  libia que la demanda tiene entre sus protagonistas a los recientes ex ministros del Interior y de Justicia del gobierno de Gaddafi, que ahora están entre los líderes del bando pro intervención de la OTAN entre la oposición en el interior del país.  Este camino neocolonial que fue profusamente planeado y preparado de antemano ya se ha desenmascarado suficientemente a partir de Yugoslavia, Irak, Afganistán y solo logrará dividir más a Libia, enquistar otra guerra civil y, al amparo de la división interna, iniciar y hacer permanente luego, una nueva intervención con ocupación militar del país, y sus pozos petroleros.  Nada liberador ni democrático quedará en pie o podrá edificarse sobre las bases militares de la OTAN que se harán cargo de la perdida soberanía de este país.  Será entonces como llegó a ser Irak, un país  donde después de todo, si el concepto de democracia europea u occidental no funciona, según las sensibles conciencias occidentales, la culpa fue de que se trataba, finalmente, de un país dominado por tribus primitivas.

(ya traduciré esto si nadie lo publica en español):
Don't Think, Recognize!
Sarkozy's Stupid Move on Libya
By PATRICK COCKBURN
There is something frivolous and absurd about France's sudden recognition of the Libyan rebel leadership in Benghazi as a sort of quasi-government. Presumably it’s intended to give the impression Nicolas Sarkozy has a grip on events, it is evidence he does not know what to do any more than other European leaders.
The recognition of unelected and self-appointed leaders in countries in which civil war is raging is a reminder, rather, of 19th century imperialism, when the British, for instance, would choose a leader in a country like Afghanistan who was most likely to be co-operative. There is usually a price to be paid for this.
Leaders backed by outside powers may obtain arms and money, but their local credibility is unlikely to be enhanced. In Libya, Gaddafi can more easily deride his opponents as foreign dupes. If recognition of the Benghazi junta is aimed at providing political cover for later military intervention it is again unlikely to convince anybody that Libyans are taking the decisions.
What makes France's move all the more surprising is that US intervention in Afghanistan and Iraq shows the devastating consequences of not having a credible local ally. The only thing known about the rebel leadership in Libya is that it is divided and ineffective. In Afghanistan the elevation of Hamid Karzai as leader in 2001, even when confirmed by election, left the US without a real partner. In Iraq in 2003 the US started its occupation by exercising power itself, but chose Iraqis as interlocutors who were without support. So far the Libyan crisis has exposed the low quality of European leadership in general, which is now confirmed by the French action. It is difficult to see what good it will do Libyans, except make them expect an intervention that may never come.

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