martes, 14 de junio de 2011

Crucero con misiles de EE.UU. en el Mar Negro

Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Es excepcional que el Ministerio de Exteriores ruso elija un domingo para hacer una declaración formal. Evidentemente, algo de extrema gravedad llevó a Moscú a pronunciarse urgentemente. La provocación fue la aparición de un crucero de misiles teleguiados estadounidense en el Mar Negro para ejercicios navales con Ucrania. El crucero USS Monterrey equipado con el sistema AEGIS de defensa aérea toma parte en las maniobras conjuntas Sea Breeze (Brisa Marina) 2011 de Ucrania y EE.UU. Maniobras conjuntas de EE.UU. y Ucrania no tienen nada de extraordinario. El año pasado también hubo maniobras. Pero, como planteó Moscú: “Dejando de lado el tema no resuelto de una posible arquitectura de un escudo de misiles europeo, Rusia quisiera saber, en cumplimiento de las decisiones de la cumbre Rusia-OTAN, ¿qué ‘agravación’ ve el comando de EE.UU. que justifique que se desplace del Mediterráneo hacia el este la unidad de ataque básica del grupo de defensa de misiles que la OTAN está formando en la región?”
La declaración de Ministerio de Exteriores pasó a continuación a dar su propia explicación de que el Monterrey es enviado a aguas europeas como parte del enfoque adaptable por fases del gobierno de EE.UU. par la formación del segmento europeo del escudo global de misiles. La primera etapa del programa prevé el despliegue de un grupo de barcos de guerra estadounidenses, en los mares Adriático, Egeo y Mediterráneo para proteger el sur de Europa contra posibles ataques con misiles. El papel de los misiles del barco de guerra de EE.UU. en los ejercicios anti-piratería Sea Breeze 2011 tampoco está claro, dice la declaración.
“Tenemos que declarar que se sigue ignorando nuestras preocupaciones y que con el pretexto de conversaciones sobre la cooperación en el escudo de misiles europeo, se realizan esfuerzos para crear la configuración del escudo de misiles cuyas consecuencias son peligrosas y sobre lo cual hemos informado frecuentemente a nuestros socios de EE.UU. y de la OTAN”, agrega la declaración rusa.
EE.UU. afirma que se trata de maniobras navales rutinarias. Por otra parte, Moscú pregunta: “Si se trata de una visita ordinaria, no es claro por qué un barco de guerra con este tipo de armamento fue elegido para desplazarlo a esa región tan delicada”.
No cabe duda de que EE.UU. aumenta la presión sobre la flota del Mar Negro de Rusia. La provocación estadounidense tiene lugar ante el trasfondo de la situación en Siria. Rusia bloqueó obstinadamente los intentos de EE.UU. de justificar una intervención en Siria al estilo de la que tiene lugar en Libia. Moscú considera que un motivo importante para la presión estadounidense por un cambio de régimen en Siria es hacer que se cierre la base naval rusa en ese país.
La base en Siria es el único punto de apoyo de Rusia en la región del Mediterráneo. La Flota del Mar Negro cuenta con la base en Siria para sustentar cualquier presencia en el Mediterráneo de la armada rusa. El cerco se estrecha con el establecimiento de bases militares de EE.UU. en Rumania y la aparición del barco de guerra estadounidense en la región del Mar Negro. Es un juego al gato y al ratón, en el que EE.UU. está consiguiendo superioridad.
En apariencia, el régimen dirigido por Bashar al-Asad es represivo ya que casi cada día aparecen informaciones sobre más derramamientos de sangre. Pero los informes occidentales guardan un silencio total sobre la ayuda que la oposición siria recibe desde el extranjero. Nadie se interesa, por ejemplo, por analizar o cuestionar cómo es posible que 120 miembros de la seguridad siria hayan sido muertos a tiros en un solo “incidente”.
La participación occidental, saudí, israelí y turca en la turbulencia en Siria es casi evidente, pero eso va más allá de la zona de discusión cuando hablamos de que “Siria hierve”. En pocas palabras: Rusia ha perdido la guerra de la información sobre Siria. De ahora en adelante, su dilema será que será vista como obstruccionista e ilógica cuando un laudable proceso de democratización tiene lugar en Siria y la “Primavera Árabe” se esfuerza por aparecer.
Moscú ha dejado en claro que no tolerará una resolución sobre Siria en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, no importa cuál sea su texto o contenido. También votó contra la acción occidental de la semana pasada en el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) para abrir un expediente nuclear sirio –similar al iraní– en el Consejo de Seguridad de la ONU.
El dilema de Moscú es que no puede explicar abiertamente su versión de la agenda geopolítica de EE.UU. hacia Siria. Cualquier explicación semejante sacaría a la luz la vacuidad del ‘reinicio’ EE.UU.-Rusia por el cual trabajó asiduamente el Kremlin bajo el presidente Dmitry Medvedev. Pero Washington tampoco va liberar de responsabilidades a Rusia. Es seguro que apretará la soga alrededor del cuello de Asad.
En resumen, EE.UU. quiere que Rusia deje sola a Siria para que Occidente le haga frente. Pero Rusia sabe que el resultado será que la base naval rusa en ese país sea cerrada por un régimen sucesor pro occidental en Damasco.
Los riesgos son considerables. El año pasado, el jefe adjunto de la inteligencia militar rusa fue muerto en circunstancias misteriosas mientras estaba en un viaje de inspección en la base naval en Siria. Su cuerpo fue hallado flotando en el Mediterráneo frente a la costa turca. Sin duda, muchas agencias de inteligencia están profundamente embrolladas en el lío sirio.
Antes que nada, un cambio de régimen en Siria se ha convertido en absolutamente crítico para romper el aislamiento regional de Israel. La esperanza estadounidense-israelí es que solo se podrá doblegar a Hizbulá si el régimen de Asad es derrocado en Damasco y se termina la alianza siria-iraní. Además, un cambio de régimen en Siria obligará a los dirigentes de Hamás a irse de Damasco. El jefe de Hamás, Khalid Meshaal, ha estado viviendo en Damasco bajo la protección de Asad durante varios años.
En definitiva, por lo tanto, cualquier movimiento en el proceso de paz Israel-Palestina bajo los términos israelíes solo será posible si EE.UU. e Israel resuelven el difícil problema sirio. Washington y Tel Aviv han estado tratando de persuadir a Rusia para que se adapte y acepte su “derrota” en cuanto a Siria. Pero Moscú no ha cedido. Y ahora, al enviar el barco de guerra al Mar Negro, EE.UU. ha puesto la señal de que hará que Rusia pague por su obstinación y pretensiones como potencia del Mediterráneo y de Medio Oriente.
El resultado en la elección parlamentaria en Turquía, que asegura otro período al gobernante partido “islamista” AKP (Partido de Justicia y Desarrollo), fortalece significativamente la posición de EE.UU. respecto a Siria. Ankara ha endurecido su posición respecto a Asad y ahora se podría esperar que se imponga un cambio de régimen en Damasco en las próximas semanas. Irónicamente, Turquía también controla el estrecho del Bósforo.
Moscú había esperado que Ankara se orientara gradualmente hacia una política exterior independiente gracias a la mejora de sus vínculos con Turquía en la última década. La expectativa del Kremlin era que los dos países podrían juntar sus fuerzas y formar un condominio sobre el Mar Negro. Pero, a medida que se desarrollan los eventos, queda en claro que Ankara vuelve a sus anteriores prioridades como país de la OTAN y socio destacado de EE.UU. en la región. No se puede culpar a Ankara: hizo una sagaz evaluación y llegó al resultado de que sus intereses son mejor servidos si se identifica con la acción occidental de efectuar un cambio de régimen en Siria.
Además, Ankara considera ventajoso que se identifique con el enfoque saudí de la agitación en Medio Oriente. Los acaudalados árabes en los países ricos en petróleo en el Golfo Pérsico están dispuestos a enviar sus dólares a Turquía. Ankara también comparte la aprensión saudí sobre el ascenso de Irán como potencia regional.
Resumiendo, EE.UU. está lenta pero firmemente llevando las de ganar con sus planes para un cambio de régimen en Siria. La gran pregunta es si Moscú cederá bajo esta inmensa presión y aceptará un retroceso de su influencia en Siria. Moscú ha amenazado con cooperar con Beijing y adoptar una posición común respecto a Siria. Pero la capacidad de Moscú de contrarrestar al gigante estadounidense en Siria se debilita con cada día que pasa.
Es seguro que el desarrollo de los acontecimientos respecto a Siria tendrá un profundo impacto en el ‘reinicio’ entre EE.UU. y Rusia. El gobierno de Obama parece haber sacado sus cuentas y concluido que vale la pena tomar ese riesgo a fin de asegurar la seguridad de Israel. El barco de guerra que llegó al Mar Negro lleva un mensaje directo a Rusia de que acepte que no es más que una pálida sombra de la antigua Unión Soviética.
El embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía (Copyright 2011 Asia Times Online (Holdings) Ltd. All rights reserved.
Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/MF14Ak02.html

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