viernes, 10 de junio de 2011

"Libia: un silencio atronador" (tambien acá en España) cobija al crimen de la OTAN

Por Jody McIntyre
The Independent

Así que ahora estamos enviando helicópteros Apache para bombardear civiles en Libia. Una escalada en otra guerra sangrienta de la OTAN. O sea, en las palabras del Coronel Jason Etherington, “sólo aporta algo más a la fiesta”.
Todos los medios de comunicación lo han aceptado. Ésta es una guerra para proteger a los civiles. Ésta es una guerra para obligar a Gadafi a dejar el poder. Como si los gobiernos occidentales, con sus orgullosas historias de violación de los derechos humanos en el mundo, tuvieran algún derecho moral de juzgar el gobierno de Libia. La retórica de Etherington revela una verdad despreciable: esta guerra es un juego para nosotros, una “fiesta” que vale la pena prolongar.
Hasta Al Jazeera publica la historia aceptada de “rebeldes” conquistando ciudad tras ciudad. Pero ellos no difunden imágenes de Trípoli, la capital, donde, excepto por la campaña de bombardeo de la OTAN, la gente continúa con sus vidas normales. Y nunca muestran imágenes de los crímenes de esta supuesta brigada “rebelde”, que atacó violentamente a libios negros y ciudadanos africanos negros en el este del país, etiquetándolos como “mercenarios africanos” contratados por Gadafi, a pesar del hecho de que todos los libios son efectivamente africanos. No se informa nada sobre esto porque no encajaría con el relato aceptado. Los encantadores líderes rebeldes, muchos de los cuales trabajaron para Gadafi hasta hace unos pocos meses, son nuestros aliados. Muamar Gadafi, el villano útil, es nuestro enemigo acérrimo.
Pero, ¿por qué tal silencio? A diferencia de las guerras en Afganistán e Irak, las cuales provocaron inmensas protestas alrededor del mundo, la reacción hacia Libia ha sido relativamente débil. Nos han vendido una falsa premisa, y, como diría Noam Chomsky, han permitido la fabricación de nuestro consenso.
Ahora que la cortina de humo ha resultado ser un éxito, el gobierno británico ya no tiene ninguna necesidad de ocultar sus objetivos. No es que alguna vez la tuviera. “No vamos a establecer una fecha límite”, dijo William Hague. Por supuesto que no, porque el imperialismo no conoce límites cuando desata una guerra.
Siempre me ha parecido que la gente es más histérica en sus reacciones cuando se trata de una guerra en la cual nuestro país está involucrado. Si observas la realidad de la situación, entonces te acusan de que no te importan los civiles libios o de que apoyas a un dictador. De hecho, es nuestro gobierno el que está interesado en apoyar dictaduras y es el que está bombardeando civiles en Libia. Así como lo escribió Frank Natter en su blog, “Straight Talk”, a inicios de esta semana, “cualquiera de nosotros quienes pagamos impuestos estamos tácitamente permitiendo e indirectamente financiando las bombas que actualmente están siendo utilizadas para matar afganos y libios. Citando a Sartre, “ustedes no son gente estupenda, son asesinos”.
Esto no tiene nada que ver con proteger civiles sino que tiene que ver con restablecer una decreciente dominación militar y económica en la región. Cuando usted considera una lista de los pocos países en el mundo que no tienen bases militares estadounidenses en su territorio, se vuelve mucho más claro por qué nuestros “enemigos” son, sencillamente, la gente que se nos señala como tales.
Y más información de Cynthia Mckinney en Trípoli:
Algunos de la Delegación de la Dignidad se han marchado y algunos se han quedado. Íbamos a visitar los campos de las personas desplazadas en el país, las cuales incluyen libios y trabajadores migrantes de otras partes de África y Asia Occidental, pero el intenso bombardeo nos impidió salir. El bombardeo comenzó ayer a las 11 am y no se detuvo hasta que nos fuimos a dormir a las 11:30 pm y contamos 89 explosiones en el área de Trípoli. La OTAN también bombardeó en áreas fuera de Trípoli, incluyendo la parte concurrida del puerto donde se descargan los buques. Estamos ahora en camino de continuar nuestras averiguaciones sobre los hechos.
Es ahora la 1:10 de la tarde y a medida que en Trípoli se desarrolla la vida diaria – ello incluye maestros, empleados y niños en las escuelas, tenderos trabajando en sus negocios, barrenderos aseando las calles, gente moviéndose de un lado a otro en los autos, en bicicletas y a pie – Trípoli ha recibido hasta este momento, desde aproximadamente las 11:00, al menos 29 bombas.
De modo interesante, los esfuerzos del Washington Post, del New York Times, del Associated Press y de otros por describir las reclamaciones de Libia sobre los bombardeos como “absurdas” son claramente falsas y son sólo esfuerzos para defender ante el tribunal de la opinión pública el intolerable bombardeo de civiles que siguen llevando su vida normal en un área inmoderadamente poblada. El Washington Post tenía como titular “El gobierno de Libia no logra fundamentar los alegatos de muertos por culpa de la OTAN” y el titular de Los Angeles Times repercutía, “Funcionarios de Libia dan su propia interpretación al conflicto”. Estas bombas y misiles no están cayendo en espacios vacíos: la gente en todo Trípoli está empeñada en sus trajines diarios como en cualquier otra importante ciudad metropolitana de aproximadamente 2 millones de habitantes. 
Mientras tanto, la OTAN tiene su propia máquina de tejer patrañas. “Lo que sí atacamos fue la sede de inteligencia militar en el centro de Trípoli”, dijo la alianza. Actualmente me encuentro con una delegación de antiguos diputados y profesores de Francia quienes están aquí en Trípoli en una misión de determinación de los hechos. El programa para hoy era visitar los campos de personas desplazadas en esta parte del país. Sin embargo, no podemos completar nuestro programa mientras Trípoli está bajo ataque. Haré todo lo posible por visitar hoy algunas de las áreas bombardeadas cuando/si este ataque disminuya su intensidad. 
¿Qué estaban haciendo Ustedes hoy entre la 1:00 y ahora, mientras los habitantes de Trípoli soporta el trauma de bombardeos repetidos en su ambiente inmediato?
Traducido por Daniel Osuna.

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