martes, 21 de junio de 2011

Indignados, dignos, libres y felices: ¡Prueba superada!


Como en un Gran Prix televisivo, el movimiento 15M ha conseguido superar con éxito todas las “pruebas y obstáculos” a las que se ha visto sometido durante la última semana. Un reality show de realpolitik, orquestado por los medios y seguido en directo por centenares de miles de personas, pero al que, sin embargo, sus verdaderos protagonistas no habían sido ni invitados ni tampoco informados acerca de las reglas del juego.
Prueba de la criminalización
Se trata de una de las pruebas más clásicas del programa. El mecanismo es sencillo, se aprovecha una convocatoria previsiblemente tensa, como fue el bloqueo al Parlament, para facilitar, o al menos hacer todo lo posible para no evitar, que las dos partes en conflicto se encuentren cara a cara. De un lado, los principales responsables de la indignación ciudadana (la clase política), del otro la población indignada. El resultado no se hace esperar, imágenes de enfrentamiento, aisladas de todo su contexto, son utilizadas como ariete para criminalizar al movimiento. La ofensiva viene de la mano de un mensaje sencillo, directo, deslegitimador y apoyado unánimemente por todas las instancias oficiales. Medios de comunicación, tertulianos, clase política e “intelectuales” se esfuerzan al máximo para imponer, a fuerza de repetición, un cambio radical de la imagen del movimiento. “Son violentos”, “Han sobrepasado la línea roja” “Están poniendo en peligro la democracia”, “Tienen técnicas de guerrilla”, “Es la nueva kale borroka“.
En un primer momento, una parte importante del movimiento se autocuestiona, entra en pánico, se pregunta qué ha hecho mal. En definitiva, se empiezan a mostrar algunos signos de división auspiciados por las declaraciones que “desde dentro” realizan algunos de los intelectuales y periodistas que antes habían mostrado su simpatía o apoyo ( I. Escolar, Arcadi Oliveras, José Luis Sampedro, Stephane Hessel). Los medios de comunicación buscan posicionamientos claros, urgentes, excluyentes. “¿Quiénes son los buenos?”… hemos entrado de lleno en la segunda prueba.
Prueba del divide y vencerás
Complementaria de la anterior, esta prueba consiste en aprovechar los momentos de duda, emoción o recelo para apuntar a la necesaria depuración interna. Se señala la peligrosa presencia, en el mismo seno del movimiento, de grupos anti-sistema obsesionados por destruir la democracia a cualquier medio. Los antisistema aplican métodos vanguardistas de guerrilla urbana. Se ponen sobre la mesa de juego multitud de supuestas evidencias,  contraponiendo siempre a los indignados buenos (pacíficos) y a los indignados malos (violentos). Por momentos parece que están consiguiendo su objetivo; cortocircuitar la posibilidad de que en futuras convocatorias aumente el nivel de conflicto y el cuestionamiento de la legitimidad del poder político.
Prueba de la pena o de quién sufre la verdadera violencia
Desde la clase política, la sobreactuación melodramática y victimista empieza a volverse en su contra. La palabra violencia se convierte en el verdadero trending topic de la redes sociales. El vídeo de la policía secreta empieza a jugar un papel fundamental en el la reflexión, más tranquila e informada, acerca de lo acontecido en Barcelona y de los tipos de violencia existentes en nuestra sociedad. El Movimiento empieza a encontrar respuestas correctas a las pruebas enfrentadas. Se van sumando comunicados y post en diversas páginas que remarcan el carácter pacífico y desobediente de las movilizaciones. Se señalan los incidentes de Barcelona, como episodios aislados y no representativos. Y lo que es más importante, se empieza a enunciar de forma sólida la violencia estructural que supone el sistema de ajuste permanente que padecemos. El debate público gira de la supuesta violencia del 15 de junio a los presupuestos de Cataluña y el Pacto del Euro. Desahucios, redadas, paro, carestía de la vida, bajos salarios o violencia de género… son las expresiones cotidianas de esa violencia estructural. Las acciones no se hacen esperar, la paralización de desahucios en diferentes partes del territorio nos permite recobrar el espíritu entusiasta y victorioso del mes pasado. Derrotada la operación de criminalización, los medios vuelven a los parámetros anteriores al bloqueo del Parlament, pero advierten que el domingo 19 será la verdadera prueba de fuego sobre el carácter del movimiento. La partida ha cambiado de signo y una posible victoria empieza a ser más que probable.
Prueba de la convocatoria
Quizás la prueba más importante. ¿Somos capaces de seguir creciendo? Las redes sociales bulliciosas y alegres ya nos señalaron los días previos que todo era posible. Los vídeos y textos explicativos sobre el pacto del Euro se multiplicaban, se compartían, se devoraban. El resultado ya lo conocemos, cerca de 1 millón de personas se han expresado públicamente en la toma de las calles de más de 50 ciudades. En muchas de ellas, incluidas Sevilla, Valencia, Barcelona y Madrid, la afluencia ha rebasado las expectativas, dotando de ánimo, alegría y potencia al Movimiento 15M. Y esto nos conduce directamente a la última prueba de la semana.
Prueba de futuro
Algunas nubes se han despejado en el cielo, los próximos pasos empiezan a dibujarse en el camino. Las concentraciones en el Congreso, que tienen el objetivo de parar la reforma de la negociación colectiva, las ya iniciadas marchas hacia Madrid  y la esperada convocatoria veraniega a tomar las playas pronostican una agenda apretada para los dos próximos meses. A medio plazo, suena cada vez con más con más fuerza la posibilidad de incorporar la huelga general en el repertorio de movilizaciones. Quizás la convocatoria internacional de DRY para el 15 de octubre nos regale la paralización de Europa y el inicio de un nuevo periodo constituyente para una Europa social. Por ahora podemos decir que el movimiento 15M ha superado todas las pruebas y, lo que es más importante, ha salido extraordinariamente fortalecido. Que el ritmo no pare.

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