sábado, 29 de octubre de 2011

En Latinoamérica no ha existido el debate entre apoyar o no a una guerra ejecutada por la OTAN

Fuente: Gara


En los últimos tiempos, usted viene advirtiendo de que el modelo libio puede afectar a otras partes del mundo, especialmente a Venezuela. ¿Por qué?
Obama presentó la experiencia libia como un modelo para las relaciones internacionales. Ha pasado el pico de la producción de hidrocarburos. Las reservas podrían durar, quizás, medio siglo más. Esto implicaría un colapso del estilo de civilización que conocemos. Frente a esto existen dos posibilidades: un intento para crear sistemas de energías renovables o un modelo predatorio, es decir, que trate de confiscar la energía fósil del planeta a través de una serie de conflictos cuyos ejemplos más notables son Irak, Afganistán y Libia. Si un grupo de potencias arrebata la mayor parte de las reservas energéticas del planeta, va a prohibir al resto que dispongan de ella. Y esto implicaría un bloqueo energético tan grave que podría conducir a una guerra mundial.
¿Las reservas de petróleo son el elemento en común entre Libia y Venezuela?
Las experiencias son sumamente parecidas. En primer lugar, en ambas se ha mantenido la nacionalización de la industria petrolera, aunque Libia ejerció una privatización parcial. Libia tiene unos 40.000 millones de barriles y Venezuela, 90.000 probados. En Venezuela se están realizando intentos de unidad latinoamericana. En Libia se trató de consolidar la unión árabe y africana. Una de las razones que se aducen para justificar la agresión contra Libia es que estaba intentando crear una especie de moneda o unidad de pago para todo África usando sus grandes reservas de divisas y de oro. Venezuela ha lanzado el llamado Sucre, que sería el Sistema Unificado Compensatorio de Reserva para crear una unidad monetaria independiente del Fondo Monetario. Además, Venezuela ha sido difamada por los medios internacionales, del mismo modo que lo fue Libia.
En esta ecuación, queda fuera la existencia de un movimiento social previo a los bombardeos de la OTAN y que nació por el contagio de las revueltas de Túnez y Egipto.
Hubo movimientos sociales muy importantes en Túnez y Egipto. Pero no hay pruebas de que hubiese una movilización social importante en Libia. Es probable que la haya habido. Lo curioso es que, teniendo todos los sistemas informativos abiertos, no existen pruebas sustanciales ni de manifestaciones ni de una represión contra esas manifestaciones que hayan incluido bombardeos.
¿Las protestas de Bengasi fueron dirigidas para forzar una intervención ya decidida?
Usualmente, un movimiento social derroca al gobierno por sí mismo, no necesita la ayuda de la OTAN; está formado por un liderazgo nuevo, no como el Consejo Nacional de Transción, que está formado por viejos ministro de Gadafi, monárquicos idristas (y no he visto ningún movimiento social en el mundo que esté integrado por defensores de la Monarquía) y, según reportaron periodistas sobre el terreno, personas vinculadas con Al Qaeda. Un movimiento social no opera con tanques de guerra ni armamento de última generación. Es sumamente extraño. Aparentemente, algunos periodistas han denunciado también la injerencia de tropas de Qatar y de mercenarios de otra cantidad de fuerzas que son enteramente distintas a un movimiento social. Si hay un movimiento social en Libia debe de estar luchando contra las fuerzas de la OTAN. Ahora, yo no he estado sobre el terreno, pero por la diversidad de informes que han circulado…
El debate entre defensores de los insurgentes y quienes ponen en duda sus motivaciones ha provocado una ruptura en la izquierda internacional.
Una de las grandes pasiones de la izquierda es dividirse, y no siempre es nocivo. Pero una izquierda que aplauda a la OTAN y a su intento de destruir un país petrolero es una posición que es difícil llamarla de izquierdas. Me parece un dislate, algo insostenible. En Latinoamérica no ha existido este debate. En febrero, la Red de Defensa de la Humanidad ya señaló su solidaridad con movimientos democráticos como el de Egipto o Túnez y denunció la intervención de la OTAN y de las potencias europeas y de EEUU en Libia. Los países del ALBA ratificaron esta postura. La izquierda latinoamericana, en líneas generales, ha condenado la invasión de la OTAN, ha dicho que la solución de los problemas internos de Libia le corresponde a Libia, de acuerdo con la Carta de las Naciones Unidas. Hemos sido objeto de tantas intervenciones extranjeras que vemos con desconfianza todas las injerencias. En este caso, en un país como éste, que había adoptado distintas medidas de afianzamiento de la soberanía y de mejora de la población. Que una parte de la izquierda europea confunda una intervención con un movimiento social obedece a que… ¿hace cuánto que no han hecho una revolución?
La izquierda árabe, la más afectada por el conflicto, no coincide con esta versión.
Yo lo que conozco es un comunicado de uno de los partidos comunistas argelinos en el cual dice, sin la menor duda, que esto es una intervención de la OTAN y que manifiesta solidaridad con el pueblo libio.
El PCOT tunecino o el FPLP palestino han mostrado su satisfacción por la caída de Gadafi y denunciaron la represión contra las protestas.
Pero no en defensa de la OTAN. Yo añadiría a esa postulación de la izquierda que, obviamente, solucionar los problemas de Libia les corresponde a los libios. Me parece magnífico que haya un movimiento social. En América Latina, nuestro actual proceso bolivariano viene de un movimiento social que fue el «caracazo». Ahora, en el caso de que hubiera habido una intervención externa, todo Venezuela se hubiese unido sin distingo. No concibo a alguien en Libia que no esté combatiendo contra la intervención de la OTAN. Ni en el mundo árabe, ni islámico, ni en el mundo en general.
En Argentina hubo un problema con las islas Malvinas y con Inglaterra. Había una dictadura militar e Inglaterra contestó con todo el poder de su flota, destruyó la Marina argentina y causó innumerables bajas. Ciertamente, uno podía tener reparos a quien estaba en el poder en Argentina, pero no podía decir que estaba con Inglaterra o que Inglaterra era un movimiento de liberación. Hay que distinguir bien los términos.
Pero esto no invalida la existencia de una oposición a Gadafi y que se movilizó el 17 de febrero en Bengasi y en otras localidades libias.
Habría que demostrar que el levantamiento popular existió. Si es así, debería de estar luchando contra la OTAN. Todas las intervenciones extranjeras en los movimientos nacionales han sido nocivas. Nos sentimos muy sorprendidos cuando escuchamos que una potencia lucha desinteresadamente por la democracia. Sobre todo, cuando tiene todos los visos de una rebatiña. Ya se ha publicado que Sarkozy se reserva el 35% del petróleo de Libia, hubo un reparto de las potencias en una conferencia internacional, entre Merkel, Cameron, Sarkozy y Berlusconi… Honestamente, no creo que Berlusconi sea dirigente de un movimiento social, ni Merkel, ni Cameron. En Venezuela hemos tenido manifestaciones importantes. El golpe de Estado de 2002 fue seguido de una marcha de 50.000 personas. Pero hablamos de un país de 30 millones de habitantes. ¿Qué representa eso? No es imposible que las haya habido. Ahora, ¿cuál es la realidad de esas manifestaciones? Mucha gente dice que detrás de esto está la idea de instalar el Africom en Libia. Si hubiera sido verdaderamente la mayoría, hubiera sido una marejada popular como la de Egipto, que hizo que Mubarak se marchase. Aparentemente, o no las hubo o fueron muy pequeñas.
Ha hecho referencia a los líderes occidentales. ¿No fueron estos aliados del líder libio hasta instantes antes de decidir comenzar con el bombardeo?
Sí, es lo trágico y lo patético. Durante mucho tiempo fueron los más acérrimos enemigos de Gadafi. En los últimos cinco o seis años, éste hizo concesiones. Pagó unas indemnizaciones a las que le condenó un tribunal internacional y aplicó un paquete del Fondo Montetario no teniendo necesidad. Libia tiene un plus de 200.000 millones de dólares de reservas más 70.000 millones de la autoridad de inversiones extranjeras. Y una deuda pública de 5.000 millones de dólares que, frente a esas enormes reservas, es casi una propina. Sin embargo aplicó un paquete del FMI, privatizó una serie de industrias, quitó la gratuidad a algunas ramas de la educación y retiró los subsidios a los alimentos básicos. Posiblemente estos elementos ayudaron a la constestación social. Pero, en realidad, fueron medidas de apaciguamiento de las potencias externas. Además, entregó una serie de cohetes que tenía y que se ha demostrado que fue una decisión fatal, ya que lo agarraron sin nada con lo que defenderse. Hubo un intento de entendimiento que finalmente se rompió. Parece ser que estaba dispuesto a retornar el control de algunas empresas y eso cayó sumamente mal.
Ha mencionado las similitudes entre Libia y Venezuela pero, ¿cree que estos paralelismos también son ampliables a Muamar Gadafi y Hugo Chávez? El proceso bolivariano llega después de un abrumador apoyo en las urnas…
Chávez ha ganado más de una docena de elecciones y perdió un referendo que lo reconoció sin ningún problema. Un dictador no pierde elecciones y Chávez perdió una. En este conflicto, Chávez ha llamado al diálogo entre las partes. Y ha dicho que ese diálogo lo debería de promover la Unión Africana o la Liga Árabe, y ha llamado a la no intervención. Esa es la posición venezolana y no es para ganarse la aclamación de los medios europeos, que lapidan a Chávez con todos los epítetos.
Sin embargo, ¿no podía haberse evitado el conflicto con una apertura de las libertades civiles en febrero?
La única solución previa era que Libia le regalara el petróleo a la OTAN. La OTAN no está detrás de la democracia, sino del petróleo, las aguas subterráneas y las reservas de divisas. Si estuviese a favor de la democracia bombardearía la ONU, que es la institución más antidemocrática del mundo.
Actualmente, los mandos de la OTAN dan por hecha la victoria militar de los rebeldes. ¿Cuál cree que es el futuro inmediato?
La victoria de la OTAN ha sido tan resonante como en Afganistán, que después de diez años de desangramiento tienen que salir corriendo. O como en Irak. La OTAN pensaba tener una victoria en seis horas, han pasado seis meses y no lo han logrado. Probablemente vayamos a un terrible desangramiento de un país que no tiene la culpa de tener petróleo y que se prolongará quién sabe cuánto tiempo.
Tras siete meses de campaña en Libia, las miradas se centran ahora en Siria, donde se están registrando manifestaciones y enfrentamientos. ¿Cree que la intervención podría extenderse al país árabe?
Existe un veto de Rusia y China. Esto plantearía un interdicto de acciones contra Siria. Ojalá. Mi preocupación fundamental es que hay una operación por parte de Occidente para apropiarse de las reservas energéticas del mundo y eso puede llevar a un conflicto con las potencias emergentes. En algún momento, estas potencias tienen que poner un límite. Y ese límite es Siria.
Si es sobrepasado, vamos hacia un conflicto mundial. Pero habrá que ver si obedecen. El permiso de la ONU era el establecimiento de una zona de exclusión aérea y eso se convirtió en una operación de bombardeos masivos. Ojalá fuera eficaz para establecer un equilibrio que permitiera negociar. Si no, vamos a tener una guerra mundial por el saqueo definitivo del petróleo y va a ser espantosa para toda la humanidad.
(Alberto PRADILLA/www.gara.net)
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